viernes, 22 de julio de 2011

JUANA MARTÍNEZ LÓPEZ



Crónica de una cantinera en Monte Arruit

-Quiero ayudarte, porque eres benemérita de la Patria. Doce mil pesetas has perdido; te las daremos para que tengas otra vez tu comercio. También cuidaremos de tus hijos. A cambio de esto, España solo te pide que los eduques en tu misma resolución: valor y caridad que te colocan entre las heroínas de la raza-
(Ministro de la Guerra, Sr. De La Cierva a Juana Martínez López)






Una figura que jugó un papel muy importante durante las Campañas de Marruecos y son esas gran olvidadas, ya que quizás no participaba directamente en el combate pero seguían a las tropas con sus cantinas ambulantes, vendiendo a los soldados bebidas y víveres, dándoles también apoyo moral ya que muchas, ejercieron de madres para aquellos hombres que combatían lejos de sus casas, quizás por convicción, quizás por obligación, y que cuando las circunstancias lo requirieron, ejercieron de enfermeras, eran las Cantineras. Tenían un antecedente que merece también recuerdo, el de la “Aguadora”, mujer que jugándose la vida en el combate, llevaba el agua a los combatientes, arrastrándose bajo las balas enemigas y el fuego de cañón, como sucedió en las guerras ya mantenidas contra Napoleón y que en el caso de la Batalla de Bailén (19 de julio de 1808), contribuyeron a la victoria de las fuerzas españolas.

Antecedentes
Con las tropas napoleónicas que invadieron España con la excusa de pasar a Portugal y desde allí, obligar a los lusos a cerrar sus puertos a los ingleses, con esos 60.000 soldados, viajaban las cantineras, las cuales suministraban víveres y bebidas a los soldados, sirviéndoles de consuelo moral y ejercer de eficaces enfermeras. De hecho, el mismo Napoleón llevaba a una bibliotecaria dada su afición a los libros y cuidar de su biblioteca portátil. En Astorga, el 1 de enero de 1809, Napoleón, revistó a cerca de 70.000 hombres, caballería incluída al lado de los cuales, formaron “Las Cantineras”. Estas mujeres, vestían falda corta y portaban en bandolera, un barrilito. Los españoles, tomaron buena nota de los galos y desde entonces, nuestras cantineras, seguían a las tropas en sus destinos guerreros, portando una pequeña cantina en la que despachaban bebibas y comestibles a los soldados. No vestían en sus inicios ningún tipo de indumentaria que las identificara como tales, sino que sus ropajes, se correspondían con los de cualquier mujer sencilla de la época. Estas mujeres, llevaban sus viandas en grandes cestos o bien en un mísero carricoche tirado por un escuálido rocín. Eran mujeres de humilde apariencia, latiendo no obstante y como quedó demostrado a lo largo de la historia, una gran corazón, lleno de valor y de humanidad y dotadas de gran valor y patriotismo. En alguna provincia, se llegó a crear “La Compañía de Mujeres”.

En la zona de León, esa figura de la cantinera, estuvo representada por las esposas de arrieros maragatos que ayudaban a las tropas españolas y a las guerrillas contra el invasor francés. Destacaron entre ellas, doña Trinidad Botas, de Castrillo de Polvazares, doña Manuela Salvadores, de Santa Colomba, doña Juana Calvo, de Rabanal y doña Amalia Alonos, conocida como la Dama de la Candana, la cual natural del Valle de Curueño y nacida por el año 1770, recorría los pueblos en un pequeño y destartalado carromato tirado por una mula flaca, alistándose con los guerrilleros españoles en los albores de sus 40 años que combatían a los franceses en el grupo de Fray Juan de Deliva, “El Capuchino”.

Con el paso del tiempo, en su recuerdo y en agradecimiento, por los heroicos y utilísimos servicios prestados, como abastecedoras, enfermeras en curas y socorros a los heridos, se les dio carácter militar teniendo que vestir uniforme, el cual muy parecido al de los hombres, llevaba falda corta y pantalón. Una premisa debían de cumplir estas mujeres para poder formar parte de las cantineras y era que en evitación de escándalos, debían de estar casadas con un militar, prefiriéndose como cantinera, a la esposa de un soldado raso, tambor o corneta. Su estructura y funcionamiento estaba reglado, teniendo asignado su puesto en las formaciones militares, detrás de los tambores en las grandes revistas y detrás de la última compañía de su batallón en los desfiles y marchas.

En España, fueron introducidas durante la guerra de África con éxito. Su uniforme consistía en falda corta con pantalón, cubiertos por delante con un pequeño delantal y un corpiño verde de corte militar, llevando como prenda de cabeza, un sombrero embreado con cintas largas. De aquellos años, destacó doña la Cantinera de los Cazadores de Baza, doña Ignacia Martínez, la cual, salvó la vidas de muchos soldados.

La figura de la cantinera, desapareció del Ejército español a principios del siglo XX, ocupando este lugar las esposas de los cantineros, los cuales y las cuales, ejercían el oficio para ayudarse económicamente o bien ganarse un sustento, debiendo por eso tener permiso de los jefes de unidad para establecer la cantina en el cuartel, previo pago de una cantidad (20).

De hecho, su procedencia era diversa ya a principios del siglo XX, siendo en algunos casos, viudas de clases y mandos subalternos, ya mayores y reenganchados, cabos de tambores, niñas, que el Regimiento había recogido desde su más tierna infancia al ser huérfanas, conocidas también como “hijas del Regimiento”, etc… Muchos de nuestros soldados, clases, jefes y oficiales, expiraron en sus brazos, como en el caso que nos ocupa, el de doña Juana Martínez López, cantinera de Batel que retiró con las tropas a Monte Arruit. Esta, es su pequeña historia, dentro de la gran contribución que rindieron en su día. Sea pues, un pequeño homenaje a su recuerdo.

Juana Martínez López
Esta mujer, que debió de nacer entre 1871 y 1881 ya que en las noticias de la época, se le hacían entre los 40 y 50 años, nacida en Yendón , en la provincia de Granada, estuvo casada con Bernardino Vizacíno Sánchez (21). De tamaño mediano y complexión gruesa, era madre de cuatro o cinco hijos, de los cuales, no más se conoce el nombre de uno de ellos, Salvador que fue el que junto a su madre, se quedó en Batel donde ella, regentaba una cantina ambulante en la cual, se suministraban víveres y bebidas a los soldados españoles allí destacados. De el Batel, marchó con las tropas a Monte Arruit, donde soportó con bravura sin igual, el asedio de los rifeños para `posteriormente, caer cautiva. Fue liberada en las cercanías de Nador y de allí, marchó a Melilla. Por su comportamiento y méritos obtenidos durante aquellos calurosos días del verano de 1921, el gobierno español, la condecoró con dos Cruces al Mérito Militar. Una vez fue recuperado por parte del Ejército español, marchó con él a Monte Arruit, donde en las proximidades de la estación del ferrocarril, estableció una cantina la cual regentó hasta su muerte el 14 de octubre de 1929 a consecuencia de una rápida pulmonía. Recibió cristiana sepultura en el Cementerio de la Purísima Concepción en Melilla a la mañana siguiente.

Juana Martínez, ya había destacado con anterioridad a los sucesos de Monte Arruit, ya que con ocasión de haber cuidado a un soldado que falleció de “repugnante enfermedad” hasta su último momento, incluso, lo amortajó. Ell general D. Manuel Fernández Silvestre, enterado de tan encomiable acción, hizo formar a la tropa y enalteció la labor de la cantinera Juana, solicitando para ella, la Cruz de Beneficencia. (21).

La marcha a Monte Arruit
Al caer Batel, las tropas retiraron hacia Monte Arruit. Una de las personas que se integró en aquella fuerza, fue doña Juana Martínez López, Cantinera de Batel. Sobre dicha marcha, Juana, declararía ante el general D. Juan Picasso en la elaboración del Expediente que llevaba su nombre, quedando constancia en el folio nº 45, (textual) (7):

“…Cuenta Juana Martínez López, cantinera de Batel –folio 455 vuelto- que el día 23 de Julio, después de mediodía vió pasar numerosas tropas en desorden, que huían hacia la plaza, algunos hombres sin armamentos, y todos destrozados o desnudos; también iba Caballería de Alcántara, el quinto escuadrón y otros, mezclados, y mulos de Artillería. Pasaron en el Batel hasta que a la caída de la tarde aumentó la afluencia de fugitivos; por lo que todos emprendieron la huída hacia Monte Arrui, refiriendo los demás pormenores de la suya, hasta lograr acogerse a esta posición, con vivo relato…”

Una vez hubo llegado a Monte Arruit, atendió de forma voluntaria a los heridos, entre ellos, al Jefe del Escuadrón de Caballería de Álcantara nº 14, que tan heroicamente cargó contra las fuerzas rifeñas hasta tres veces, para proteger la retirada de las tropas españolas, continuamente hostigadas por los moros. Juan J. Aranda, en su “Rincón de Aranda”, en Internet, informa que el Teniente Coronel Primo de Rivera, jefe de ese valeroso Escuadrón de nuestra Caballería, murió en los brazos de Juana. (1) el 23 de julio de 1921, murió en manos de esta mujer, de edad comprendida entre los 40 y 50 años, de estatura mediana (6). Sobre este hecho, el Ministro de la Guerra en aquellos años, Sr. De la Cierva, felicitó personalmente a la cantinera, quedando este hecho recogido en “La Vanguardia de Barcelona”, el viernes 30 de diciembre de 1921. Dicha noticia decía (textual) (3):

“…La Cierva en Monte Arruit.
En la posición de Monte Arruit, habló el ministro de la Guerra con la cantinera que prestó sus servicios en los trágicos días del sitio de aquella posición, y logró salvar. Esta cantinera auxilió en sus últimos momentos al teniente coronel señor Primo de Rivera. El ministro la felicitó por su heroico y patriótico comportamiento, y le hizo diversas preguntas relativos a los días de la abnegada defensa de Monte Arruit…”
Al caer el 9 de agosto de 1921 Monte Arruit en manos de los moros, doña Juana, fue hecha prisionera, siendo llevada al cautiverio del cual, una vez liberada cerca de Nador, pudo arribar a la plaza de Melilla. El Escuadrón de Caballería de Álcantara nº 14, daría a Juana Martínez, ya libre, una cena de homenaje en agradecimiento a los cuidados que prodigó a su jefe Primo de Rivera (2).

D. Fernando Primo de Rivera, herido. Expira en brazos de Juana Martínez López
Dado a conocer a la opinión pública española en el diario “El Sol” de Madrid, bajo el título “…La Cantinera de Monte Arruit relata la retirada, defensa y rendición…” el hecho de la herida del valeroso jefe del Escuadrón de Caballería de Alcántara 14 durante la defensa de Monte Arruit, al cual una bala de cañón rifeño le arrancó casi en su totalidad el brazo y tuvo que ingresar en la enfermería para ser atendido. Para salvarle la vida, los médicos militares, de los cuales sólo sobrevivió a aquella matanza, el doctor Peña, capitán médico, tuvieron que amputarle el brazo. Primo de Rivera moriría tres días después a consecuencia de las infecciones dada la grave precariedad en la que aquellos galenos de la milicia, llevaban a cabo verdaderos milagros con sus manos y los escasos y nulos medios con los que contaban. Juana Martínez, narró de la forma siguiente aquellos hechos (textual) (15):

“…A la salida de la posición, saludó el Sr. Cierva a la cantinera de Monte Arruit, que le refirió minuciosamente los detalles de la retirada, defensa y trágica caída de la posición. Dijo que los sucesos la habían sorprendido en Batel, y que, no queriendo abandonar a las fuerzas ni a los heridos, envió el carro con tres hijos suyos a Melilla, y ella se quedó con otro, con el cual acompañó a las fuerzas en la retirada a Monte Arruit. Refiere Juana que el teniente coronel Primo de Rivera, el día que lo hirieron, entró en la enfermería, sujetándose el brazo izquierdo, que le colgaba, casi seccionado, por la bala de cañón, y le rogó a ella que avisase a los médicos y al general Navarro. De los médicos que hicieron la cura, uno de ellos sobrevive, es el capitán Peña. La practicaron con agua de colonia y ella tuvo en sus brazos a Primo de Rivera, mientras le hacían la amputación, sin cloroformo, porque tampoco lo había. Ella le cuidó después y le pidió que no se moviera.

El día del asalto, la brava mujer, armada de un fusil, se defendió y defendió a su hijo a tiros contra los moros, y así consiguió ganar la tienda de un hebreo en el poblado, y allí se defendió hasta que le dieron un culatazo en el pecho…”

De la intervención quirúrgica para la amputación del brazo al teniente coronel D. Fernando Primo de Rivera, recordaría en su diario el teniente coronel de Infantería del Regimiento de San Fernando, D. Eduardo López Ortiz (textual) (19):

“…Entre las dolorosas bajas que sus granadas nos producen hay que lamentar del del teniente coronel Primo de Rivera, a quien un trozo de proyectil deja destrozado el brazo izquierdo. La herida es horrible y se impone la necesidad de amputar el miembro inmediatamente. No hay cloroformo ni anestésico alguno y eso es un contratiempo casi insuperable; lo sabe el valeroso jefe y él mismo anima a los médicos para que le operen sin miedo ni reparo. “-Aguantaré-“ dice. “-Que me den un trapo para morder-“. Y sin un grito, sin una queja, soporta estoicamente aquella intervención, pues ya adelantada, solo se le oye decir: “-Terminen pronto-“. Al fin concluyen los cirujanos y, agotado por los sufrimientos, se deja a aquel mártir en la cama que hasta entonces ocupó el general. La desgracia nos ha conmovido a todos, y muy hondamente a sus amigos y compañeros. ¡Pobre Primo, siempre cariñoso, siempre animado y alegre! ¿Sobrevivirá?. Creo que si…”

La rendición de Monte Arruit
Sobre la salida de las tropas el 9 de agosto de 1921, y la carnicería que en Monte Arruit hubo, contamos con otro testigo que lo narró en el rotativo madrileño “La Correspondencia Militar”, el 27 de octubre de 1921, después de habérselo oído contar a Juana Martínez. Dicho testigo era doña Carmen Rueda, hija del cantinero de la posición española de Dar-Drius, la cual, acudió a Arruit para recoger los restos de su padre. Dicho recuerdo, recogido en el rotativo citado, decía los siguiente (textua)l (10).

“…Carmen se lo había oído a la heroica cantinera del Batel, a Juana Martínez, la mujer fuerte que prestó sus más solícitos cuidados a los heroicos defensores. Salían las tropas formadas,, sin armas: delante, en sillas, en tableros, como podían, llevaban a los heridos y enfermos; salían confiados en el pacto hecho, y sobre ellos cayó la jauría de tigres que asesinó sin piedad, traidora y cobardemente, cazando a los pobres que huían….”

De lo vivido por doña Juana Martínez López en la retirada de El Batel a Monte Arruit. Identificaciones
De las vivencias de la cantinera de El Batel, doña Juana Martínez López, dio eco la prensa. Concretamente, la noticia al respecto que a continuación se citará textualmente, dejando constancia de aquellos calurosos días del verano de 1921, decía lo siguiente (textual) (11):

“…La Defensa de Monte Arruit. Lo que cuenta una cantinera
Melilla. 9:40.- Hemos hablado con la cantinera de Batel, Juana Martínez López, granadina, que se encontró en Monte Arruit durante los últimos días de la resistencia. Esta mujer acompañada de un hijo suyo, mozalbete de quince años, abandonó su cantina de Batel la noche del 23 de julio, sin poderse llevar los pequeños ahorros.

En el mes de mayo de 1920 cayó enfermo un soldado del Regimiento de África. Su dolencia era grave, y la cantinera le recogió y le atendió solícitamente. Descubierto el rasgo, rindieron homenaje a su piedad los jefes, oficiales y soldados. Ante ella desfilaron en columna las fuerzas que guarnecían Batel, bajo el mando del teniente coronel Sr. Pérez Ortiz.

Cuando empezó la dolorosa retirada, a consecuencia del revés de julio, la cantinera salía al camino, al paso de los fugitivos y ofrecía generosamente las bebidas de su cantina para que aplacasen su sed los heridos que todavía eran transportados a la plaza en las ambulancias sanitarias.

En fin, después de entregar cuatro de sus hijos a su convecino Víctor Pérez para que los trasladase a Melilla y quedarse sola con el hijo mayor, quiso correr la suerte del ejército, y resistió en Batel primero, y después en Monte Arruit, donde permaneció con su hijo defendiéndose fusil en mano en los almacenes de la estación, hasta la noche del 23 de julio, en que se trasladó al reducto al amanecer, en los momentos en que los jinetes de Alcántara daban la última carga para abrir paso a la columna del general Navarro.

Gracias a la cantinera y a otra mujer, que permanecieron en Monte Arruit mientras duró la defensa, se vieron atendidos los heridos; en los momentos que agonizaba el teniente coronel Sr. Primo de Rivera, Juana Martínez no se separó un momento del lecho del héroe, y le prodigaba atenciones y consuelos. La cantinera refiere que al sentirse morir el jefe del Alcántara hizo llamar al capellán del batallón para recibir los últimos auxilios espirituales.

La cantinera ha servido ahora para indicar donde habían caído durante la defensa de Monte Arruit cada uno de nuestros jefes y soldados; con otros supervivientes de aquellas jornadas, ha colaborado a la identificación de los restos del teniente coronel Primo de Rivera, de Álvarez del Corral, de González Simeoni, de La Llama y de muchos otros, y por ella se ha tenido la confirmación del epílogo de la defensa de Monte Arruit; esto es: la salida de los heridos en procesión y de su fusilamiento por los moros. Sólo el general Navarro y algunos más pudieron ser salvados por Ben-Chelial.

Le hemos preguntado por la suerte que pudieron correr los capitanes Hernando y Escalante, el teniente Martínez Luque y muchos que se sabe estuvieron en Monte Arruit, pero de los cuales no se tiene noticias, y la cantinera no acierta a contestarnos. “-Todos”-dice-“se encontraron allí, pelearon con igual ardor que los demás; pero ignoro lo que pudo sucederles después-“
Nos dice después la cantinera como fue llevada a la casa de Ben-Chelial, y luego reexpedida a Nador con su hijo y la otra mujer, al mismo tiempo que el general Navarro y los demás jefes y oficiales eran conducidos a Annual y a Axdir.

Juana tuvo que implorar al cherif de Nador, Ben-Alí que la dejara irse con su hijo hacia el Atalayón…”
Sobre la marcha de Juana Martínez López, cantinera de El Batel al cautiverio, se citó en el rotativo madrileño, “La Correspondencia de España”, del lunes 5 de septiembre de 1921, que salió de Monte Arruit, junto al general Navarro, el cual herido superficialmente en el vientre, salió de la posición amparado por los jefes moros. Con el general, iba también un Comandante de Estado Mayor, herido en la cabeza y con el interprete, Sr. Alcaide que tenía cortados tres dedos a consecuencia de un balazo en la mano. Los acompañaban a parte de la cantinera, Salvador, el hijo de esta (12).

De su puesta en libertad, doña Juana Martínez, declararía en el “Expediente Picasso” lo siguiente en el citado folio 455, (textual) (7):

“…Como triste epílogo de esta alevosía puede citarse la declaración de Juana Martínez López –folio 455- , la cantinera de Batel y refugiada en Arrui, que refiere las visicitudes del asedio con ingenua sencillez, como el reguero de cadáveres que pudo ver hasta la casa de Ben Chel-lal hasta las inmediaciones de Nador, donde fue dejada en libertad al alcance de nuestras líneas…”

La precariedad de las Cantineras
Estas buenas mujeres que junto a sus enseres y familia, bien se establecían en las posiciones españolas, bien seguían a las tropas en sus marchas, a los efectos que ya se han mentado, vendiendo viveres, vendiendo bebidas y, corriendo su misma suerte, no estaban encuadradas en los Regimientos, dependiendo entonces su vejez si la alcanzaban de la gestión de sus pecunios, de su salud y si a la senectud llegaban dada la peligrosidad de la situaciones en las que se encontraban, de la caridad de terceros o de la situación en la que en el momento oportuno se encontraban, bien de la manutención que de ellas, pudieran llevar a cabo sus descendientes- En la siguiente noticia publicada en el rotativo madrileño “La Correspondencia de España” del 31 de diciembre de 1921, se pueden comparar dos situaciones de dichas cantineras, la cuales estaban el 9 de agosto de 1921, fecha de la capitulación de Monte Arruit y fecha de la execrable matanza que en la citada posición hubo. Una fue recogida por un militar retirado con residencia en el sur de España, la otra, fue presentada de la mano del General Cabanellas al Ministro de la Guerra Sr. De La Cierva. Uno es el caso de María Gómez Gil y el otro, es el de Juana Martínez López. La comparativa de los destinos de ambas, quedaba reflejado en la noticia siguiente (textual) (8):

“…Las dos cantineras. Un olvido que es una injusticia
De Melilla nos llegan ecos de la conferencia que con el ministro de la Guerra tuvo Juana Martínez López, la cantinera del Batel. Fue en Monte Arruit, en la posición del espantoso asedio. Juana Martínez es una mujer gruesa, de aspecto bondadoso, madre de cuatro o cinco hijos. Ella con la cantinera de Monte Arruit, María Gómez Gil, de la que nadie se acuerda, representaron entre los miles de mártires de esta posición, el espíritu femenino, de compasión, de amparo maternal. En su regazo descansaron la cabeza algunos moribundos. Primo de Rivera murió asistido por Juana Martínez. María Gómez Gi,l envejecida, demacrada, tal como la vimos en el Hospital Civil de Melilla, hizo la aguada aquellos días en que nadie se hubiera atrevido a hacerlo. En los días horribles llevó el consuelo del agua para muchos heridos y dio a todos el alto ejemplo de su valor, de su entereza y de su resignación.

María Gómez Gil fue herida de tres tiros. Uno de los días que regresaba a Monte Arruit con un poco de agua infecta, recogida del arroyo cubierto de cadáveres, recibió dos disparos.. Pudo llegar, en mal estado, hasta la posición, y al entrar en ella, por una ventana de las dos pequeñas construcciones entre las que se levanta el arco de entrada, teniendo el cuerpo vencido por la parte de dentro y los pies aún en alto, derribada en tierra, en un movimiento de huída, recibió otro tiro en una pierna.

María Gómez Gil es un caso de desventura. En estas columnas se publicó oportunemante el relato de sus horribles sufrimientos.. Estuvo cautiva a la caída de Monte Arruit y después de haberlo perdido todo, perdió la salud, y no perdió la vida por verdadero milagro. Hemos leído que en la actualidad se halla la pobre mujer recogida en casa de un militar retirado que reside en un pueblo de la parte Sur de Levante. Su situación económica es es la de una pobre mujer que vive de la caridad de un buen patriota.

Hemos leído que el ministro de la Guerra ha hecho justicia de premiar a la heroica Juana Martínez, la cantinera del Batel, prometiéndola indemnizarla de las pérdidas sufridas, sin duda porque el ministro pudo percibir directamente, en el dialógo que sostuvo con la heroína, toda la abnegación y el valor de aquella mujer durante el asedio trágico de Monte Arruit; pero advertimos el olvido hacia la otra desdichada, compañera de infortunio, felicitada varias veces por los oficiales y jefes de la posición, herida de tres balazos, que por hallarse lejos del sitio donde se encuentran actualmente el ministro de la Guerra y los directores de los periódicos no ha podido provocar en ellos la directa emoción que logró con su relato la admirable cantinera de Batel…”

Después de Monte Arruit
Juana Martínez, una vez hubo alcanzado la plaza de Melilla, fue objeto de homenajes como el que le rindió el Escuadrón de Caballería de Alcántara 14, y del que quedó constancia en la prensa de la época a tan merecido comportamiento.

Homenaje a la cantinera doña Juana Martínez López
Con motivo de la visita del entonces Ministro de la Guerra, señor De La Cierva a los escenarios de los combates habidos en áquel caluroso y duro verano de 1921, quiso este, visitar por su propio pie los mismos. En Monte Arruit, Juana, conoció de la mano del general Cabanellas al Sr. Ministro. Esta nota, quedó así recogida en el rotativo madrileño “ABC” de fecha 30 de diciembre de 1921, que decía (textualmente) (5):

“…Al salir del recinto el general Cabanellas presentó al ministro a la cantinera Juana Martínez López que estuvo en Batel, en donde se cubrió de gloria, hasta el punto que el general Silvestre hizo desfilar ante ella a las fuerzas. Dicha cantinera siguió después a la columna en su retirada hasta Monte Arruit, donde después de mil penalidades y de tener que defenderse de los moros con un fusil, asistió a los heridos sin descansar durante diez y ocho días. En sus brazos expiró Primo de Rivera.

El relato de la cantinera por su misma sencillez ha sido emocionante. La heroica mujer evocaba con angustia los días trágicos. Antes de la retirada envió a Melilla a cuatro de sus hijos, qudándose con la hija mayor. En la retirada perdió todos sus enseres y los géneros de su modesta industria. Antes de entrar en Monte Arruit hubo de esconderse en una casa próxima, donde permaneció un dia entero, defendiéndose a tiros.

Salvó su vida porque al huir, de noche, cayó, sobre una camilla en la que había un cadáver.. Oculta junto al cadáver permaneció varias horas.

El Ministro le dijo: -Quiero ayudarte, porque eres benemérita de la Patria. Doce mil pesetas has perdido; te las daremos para que tengas otra vez tu comercio. También cuidaremos de tus hijos. A cambio de esto, España solo te pide que los eduques en tu misma resolución: valor y caridad que te colocan entre las heroínas de la raza- . La cantinera llorando estrechó la mano del ministro…”

También, fue objeto de socorros, como el recogido en la prensa de Madrid del 13 de noviembre de 1921 y que a continuación textualmente se cita (4).
“…La Cantinera Juana. Melilla 9. 9 noche. Aumenta la suscripción a favor de la heroica cantinera Juana Martínez, que prestó valiosos servicios en el asedio de Monte Arruit…”

Y de premios, como el recibido de 1.000 pesetas otorgados por parte de los redactores del “Diario de la Marina”, de La Habana, señores D. José Ibangi y D. Constantino Suárez, los cuales, entregaron diez premios por dichas cantidades para los soldados que más se habían distinguido aquellos días. Uno de esos premios, fue para la Cantinera doña Juana Martínez, la cual tenía que repartirlo con la Cantinera doña Balbina Sanz de Dar-Quebdani y la de Dar-Drius (13). Dicho premio, le fue entregado a doña Juana el dia 23 todo y que se cita en esta ocasión, que habían sido otorgados por el “Diario Español de La Habana”, en el palacio de la Comandancia General de Melilla (14).

Regreso a Monte Arruit
Según dimana de la lectura de algunas noticias de la época, la cantinera de Batel, doña Juana Martínez López, regresó a Monte Arruit con las fuerzas militares que se encargaron de su recuperación, si no el mismo día, si en fechas inmediatas a la misma. De hecho, una de las noticias publicadas en “La Correspondencia Militar” de aquellas fechas, así lo induce a pensar. De la lectura de esta noticia que a continuación se cita, fue el panorama con el que tanto las tropas españolas que ocuparon de nuevo la posición como doña Juana Martínez se encontrarían a su llegada a Arruit. Dicha noticia publicada en el citado rotativo y en fecha 27 de octubre de 1921 decía (textua)l (10):
“…Los Honores de la Nación.

En la calle central del poblado también había bastantes cadáveres, todos los edificios de este están destruídos, viéndose por todas partes restos de maquinaria agrícola y del menaje del hogar. El campamento, era una preciosidad, es un montón de escombros; pabellones hay en que no quedan ni tabiques; la enfermería está llena de cadáveres y por sus calles no se ven más que restos de las víctimas con los de los caballos y acémilas.

Los cadáveres de los héroes que murieron en la defensa habían sido desenterrados; algunos de ellos, como , como el del heroico teniente coronel Primo de Rivera, por segunda vez, pues la cantinera del Batel, que estuvo prisionera en Arruit, al verlo desenterrado volvió a cubrirle de tierra.
Esta fue la visión que nos oferció Monte Arruit, visión que todos vimos silenciosos, como habían ido las armas, porque el día de ayer, que por el cumpleaños de S.M. la Reina…”

Por otro lado, también contribuyó a identificar a los autores de la masacre que sufrieron las tropas españolas en Monte Arruit, aquel fatídico día del 9 de agosto de 1921. En la siguiente nota de prensa, publicada en “El Globo de Madrid”, del 14 de diciembre del citado año. Quedaba constancia del hecho (textual) y bajo el título “…Un traidor…” (9).

“…En la posición de Monte Arruit se presentó un moro que era policía indígena, manifestando que estuvo prisionero de los rifeños. La cantinera Juana Martínez que estuvo en el asedio de aquella posición, le ha reconocido como uno de los que tomaron parte en los crímenes cometidos el día de la evacuación. Ha manifestado que a ella misma le quitó un mantón y las sortijas que llevaba cuando cayó prisionera. El indígena ha ingresado en el calabozo…”

Cuando Juana Martínez conoció de la mano del General Cabanellas al Ministro de la Guerra Sr. De la Cierva, después de narrarle al ministro los sucesos vividos por ella durante la caída de Monte arruit en manos rifeñas el 9 de agosto de 1921, el Sr. De La Cierva, como ya se ha citado, se ofreció a dar su ayuda a la buena mujer. Esta, parece ser, le manifestó a su interlocutor, su deseo de establecerse en Monte Arruit. De dicho deseo, quedó narrado por el periodista en el diario madrileño “El Sol” del 30 de diciembre de 1921 (textual) (15):

“…El Sr. Cierva la preguntó si lo había perdido todo. “-Todo”- contestó Juana “-y prueba con el testimonio de los que han conocido mi establecimiento, que su valor ascendía a mil pesetas. Y en el caso de que me den alguna indemnización, volveré a establecer mi cantina aquí en Monte Arruit, donde espero que me ayuden a construir una casita-“.

“-Yo le aseguro a usted-“ dijo el ministro conmovido “-que todo se hará, y usted podrá seguir prestando sus humanitarios servicios a estas fuerzas que representan, que son hermanas de aquellas otras por las que tanto se sacrificó. Le encarezco que prosiga desarrollando sus instintos humanitarios y los inculque a sus hijos, enalteciendo en ellos el amor a España, que no la olvida a usted; yo se lo aseguro-“…”

Por lo publicado en el rotativo madrileño “La Libertad” del 16 de octubre de 1929, con motivo de su fallecimiento, Juana, se estableció como cantinera en las proximidades de la estación de ferrocarril de Monte Arruit (17).

Después de Arruit, ¿qué fue de la cantinera Juana?
La pista, se la seguimos a través de la prensa de la época, asi, podemos saber que el 14 de agosto de 1922, resultó herida en un accidente automovilístico, en un choque de camiones ocurrido en Nador (23) y que en el mes de julio, había estado en Madrid, donde había sido recibida por S.M. el Rey D. Alfonso XIII y ya se daba noticia del regreso de la cantinera a Monte Arruit. Dicha noticia publicada en el “ABC” del 18 de julio de 1922, decía lo siguiente (25) (textual).

“…La cantinera de Monte Arruit. Melilla 17, 2 tarde. Acaba de regresar de Madrid, donde fue recibida por Su majestad el Rey, la antigua cantinera de Monte Arruit, que, como se recordará perdió con ocasión del desastre, todo cuanto poseía y asistió a los heridos durante la defensa de aquel campamento.
El Rey hizo a la cantinera un donativo en metálico. Aquí en Melilla ha recibido también algunas cantidades. Hoy se ha trasladado a Monte Arruit donde se establecerá una cantina…”

En diciembre, concretamente el día 3, Juana Martínez volvía a protagonizar una colaboración con la justicia, dado que también, era parte perjudicada. Se trataba de la captura de un moro acusado de saqueo. La noticia en el “ABC”, decía lo siguiente (textual) (24).
“…El moro del saqueo capturado. Melilla 2, 9 noche. Ha sido capturado el moro a quien la cantinera de Monte Arruit, Juana Martínez, que permaneció allí durante todo el asedio, denunció como autor de varios actos de saqueo y de haberle robado a ella 3.000 pesetas y algunas alhajas. El indígena se llama Abdelselam Ben Hamu, y niega su culpa; pero la cantnera ha aportado datos y pruebas de su acusación…”

Establecida en Monte Arruit, los soldados, le construyeron una casa en el año 1923 (la noticia, fue dadad por el rotativo “ABC”, del dia 16 de enero) (27). Pero de las promesas que se la habían hecho tanto a ella como a terceras personas dimanantes del desastre vivido en 1921, por parte del Ministro de la Guerra Sr. La Cierva, ¿qué había sido de ellas?. Juana, en vista que el tiempo pasaba y las “promesas”, habían sido eso, “promesas, palabras”, marchó en 1924 a Madrid para intentar que se le abonara lo perdido en la cantina de Batel. (21).

En relación con el viaje a Madrid llevado a cabo por Juana Martínez, se encontró con otra mujer que se autotitulaba como “Cantinera de Monte Arruit”, una confusión que sin duda, cabía deshacer. De hecho y al respecto, “El Telegrama del Rif” del 23 de febrero de 1924, bajo el título “…Las Cantineras de Monte Arruit. Un equívoco que precisa deshacer…” decía al respecto (textual) (22).

“…Las noticias de la prensa y los informes particulares que de Madrid recibimos, dan cuenta de los bailares en la coronada villa, dos mujeres, que se titulan “La cantinera de Monte Arruí”. Solicitan del Directorio, indemnización por los daños y penalidades sufridas y por su conducta durante el memorable sitio de aquella posición. Con fecha anterior, se dejó ver en Ministerios y centros oficiales alguna otra mujer ostentando igual título.
Honroso es sin duda. Los supervivientes de Monte Arrui hablan economiasticamente de las abnegadas cantineras, más induce a confusión, a los no enterados, el hecho de que varias se atribuyan ese título. Para deshacer el equívoco escribimos estas líneas.
En Monte Arrui se refugiaron además de su cantinera, las de varias posiciones, entre ellas la de Batel, Juana Martínez, muy conocida por su meritorio proceder, sirviendo de madre cariñosa –antes de la desventura- a un soldado que murió de enfermedad repugnante. Ella lo asistió en los últimos momentos y le amortajó. El infortunado general Fernández Silvestre, formó un día la guarnición y ensalzó el altruismo de la modesta mujer, para la que se solicitó la Cruz de Beneficencia.

Todas esas mujeres se comportaron muy bien y todas son dignas de premio. De ahí que no deba preguntarse cuál es la verdadera cantinera, sinó cuales de ese y de otros puestos prestaron eficaces servicios los días trágicos de Agosto de 1921, hasta la evacuación.
No cabe duda, que sobresalieron Juana Martínez, por el temple de su alma y extraordinario valor, y otra cuyo nombre no recordamos. La guerra que entre sí se hacen las perjudicadas, como el denominarse todas “la cantinera de Monte Arruí”.
El señor La Cierva, en su visita a nuestra plaza, oyó el relato emocionante de la odisea de Juana Martínez, corroborado por personas dignas de crédito y le ofreció la suma de doce mil pesetas al que ascendía el valor de su cantina de Batel.
Como pasaba el tiempo sin cumplir la promesa, marchó a Madrid y allí solicita amparo y protección. La que pudiéramos llamar propietaria de la cantina de Monte Arrui, ha coincido con ella en la Corte. Implorando también su auxilio. Esta mujer lo merece por su gran desgracia y noble conducta.
La confusión debe desaparecer en beneficio de una y de otra, como de las compañeras, no menos abnegadas, que sufrieron los rigores del sitio y el martirio del cautiverio…”

Ese viaje, no debió de tener un resultado favorable ya que años después, en 1928, se desplazaba de nuevo a la península en busca de esa ayuda, dirigiéndose esta vez a Málaga, donde llegaría a entrevistarse como S.M.la Reina. En Monte Arruit, Juana, se había convertido en una guía de excepción para todos aquellos que interesados en los sucesos del verano de 1921, visitaban dicho campamento. Fue de esta forma y con ocasión de la visita de los Magistrados de la Audiencia de Málaga de igual forma que hizo durante la visita de los Reyes de España a Arruit en 1927, que recibió donativos por parte del Presidente del Directorio Militar, el General D. Miguel Primo de Rivera y Orbaneja y de la Marquesa de Torralba (21).

En enero de 1923, tras obtener algunos socorros en metálico en Melilla, el día 18, Juana, volvía a marchar a Madrid a los efectos de entrevistarse de nuevo con S.M. El Rey D. Alfonso XIII y el gobierno, y así, gestionar las pérdidas que había sufrido durante el desastre del verano de 1921, cuando lo perdió todo. (26). En el mes de junio, era agasajada por la oficialidad del Regimiento de Almansa, los cuales y con motivo de su onosmática, le regalaron una valiosa sombrilla con dedicatoria (28). Al año siguiente, a mediados del mes de febrero, encontramos de nuevo a Juana Martínez, cantinera de Monte Arruit, en la Corte de Madrid, donde se fue recibida por el General Gómez-Jordana (29), en dos ocasiones (30) y por el Presidente del Directorio Militar, Marqués de Estella, el cual la informó que un asunto de su interés, marchaba por muy buen camino. (29). El día 28 de ese mismo mes, Juana, visitaba al Gobernador de Madrid. (31).

El 19 de abril de 1927, el General Primo de Rivera, Marqués de Estella y Presidente del Directorio Militar, acudía a Melilla en viaje oficial y efectuó visita a Monte Arruit. De esta, “ABC” hizo eco, informando a la opinión púlica de la siguiente forma (textual) (32).

“…El general Primo de Rivera en Monte Arruit. Melilla 19, 11 noche. El presidente acompañado de los generales Sanjurjo y González Carrasco, almirante García Velázquez y varios jefes y oficiales, vistó el poblado de Monte Arruit, donde le recibió el capitán de Intervenciones Sr. Civantos y algunos colonos. El marqués de Estella recorrió la memorable posición informándose de las incidencias del asedio de 1921.
Acudió a cumplimentarle la conocida cantinera Juana Martínez que estaba en Monte Arruit en aquella época, refiriéndole los últimos momentos del heroico teniente coronel Primo de Rivera, después de la retirada desde el campamento de Drius. El presidente hizo a Juana un donativo en metálico.
El comandante Sánchez Noé,que, como capitán de Regulares de Melilla, tomó parte en aquellos combates, refirió al presidente interesantes detalles de la retirada de Annual y de la intervención de su heroico hermano.
El capitán Civantos, informó al general Primo de Rivera de la intensa labor agrícola que se efectúa en aquel poblado por parte de los colonos…”

En febrero de 1928, aprovechando una estancia de S.M. La Reina y de sus hijos en Málaga, le solicitó audiencia (33). Al año siguiente, aquella brava mujer, dejaba de existir, dejando tras de sí una verdadera leyenda.

Octubre de 1929, fallece Juana Martínez López
Y España, no se olvidó de aquella valerosa y brava mujer, doña Juana Martínez López, Cantinera de Monte Arruit. Los diarios madrileños “El Heraldo de Madrid”, “La Libertad”, el “ABC” de los días 15 y 16 de octubre de 1929 respectivamente, daban la triste noticia de esta granadina que demostró su valor aquellos claurosos días de julio y agosto de 1921. Dichas noticias decían (textual)

En el “Heraldo de Madrid” del 15 de octubre de 1929. (18)
“…Juana la cantinera de Monte Arruit. Fallece en Melilla una mujer que se destacó en los sucesos del 21. Melilla 15 (4.t). Ha fallecido la cantinera de Monte Arruit, Juana Martínez López que durante los sucesos de julio de 1921, dio pruebas de heroísmo y abnegación, auxiliando a los soldados heridos. Dio sepultura a los muertos durante el asedio en aquel campamento. Por ella se supo el lugar donde se hallaban enterrados algunos jefes y oficiales, entre ellos el teniente coronel D. Fernando Primo de Rivera. Al rendirse la posición Juana cayó prisionera y perdió cuanto poseía. El Gobierno le concedió dos cruces del Mérito Militar y algunos donativos en metálico…”

En “ABC” del 16 de octubre de 1929. (16)
“…Noticias diversas de Melilla: Ha fallecido la célebre cantinera de Monte Arruit, Juana Martínez López, que durante los sucesos de 1921 dio prueba de gran heroísmo y abnegación, cayendo prisionera al rendirse la posición citada. El Gobierno la había concedido dos Cruces del Mérito Militar…”

En “La Libertad”, del 16 de octubre de 1929. (17)
“…Los asuntos de Marruecos. Fallece una cantinera de las de Monte Arruit. Melilla 15.- A consecuencia de una rápida pulmonía ha fallecido ayer Juana Martínez López, famosa cantinera de Monte Arruit durante los sucesos de 1921. El entierro se efectuará esta tarde, prometiendo que se vea concurridísimo, pues era muy apreciada. Actualmente tenía una cantina en las inmediaciones de la estación férrea de Monte Arruit…”

Juana, finó el 14 de octubre de 1929 a los 48 años de edad. Veinte días antes, había sido trasladada desde Arruit por sus hijos a Melilla al notarse gravemente enferma. En Melilla, recibiría las atenciones y cuidados necesarios para su curación. No fue así ya que la bronconeumonía que le fue diagnosticada, se la llevó, dejando huérfanos a sus 6 hijos. Con motivo de su traspaso, el diario Melillense “El Telegrama del Rif” del 15 de octubre de 1929, decía lo siguiente (textual) (21):

“…Juana, la popular cantinera probó de manera bien elocuente su gran presencia de ánimo y amor a los soldados de España, en aquellas horas trágicas que en Monte Arruit, se luchaba denodadamente en defensa del honor patrio. Ella fue la madre amantísima que con su insuperable solicitud atendía a los heridos, y ella fue la que rodeada de héroes, dedicaba unas lágrimas, lágrimas del Corazón de aquellos que dejaban la vida para siempre, víctimas del plomo enemigo.
La conducción del cadáver de Juana Martínez se verificará esta tarde, a las cuatro desde la casa mortuoria, calle Orense número 28, al Cementerio de la Purísima Concepción, y tenemos por seguro que fúnebre acto habrá de constituir una expresiva manifestación de duelo, sumándose a ella cuantos supieron de su admirable comportamiento en la cruenta jornada.
Descanse en paz el alma de la heroica y abnegada cantinera de Monte Arruit, y reciba su desconsolada familia el testimonio de nuestro más sentido pésame…”.

La tarde del 15 de octubre de 1929, Juana Martínez, recibió cristiana sepultura. Al acto asistieron entre otros, el Delegado Gubernativo, el coronel de Infantería D. José Miaja Menant y el Presidente de la Junta Municipal, D. Cándido Lobera, que junto a los hijos de Juana, presidieron el cortejo fúnebre, el cual, transcurrió por acuerdo del muncipio, por la Avenida, en homenaje y admiración por la heroica cantinera. Melilla, acordó sufragar los gastos de entierro y sepultura. (21).

Sus restos, descansan en el Cementerio de la Purísima Concepción, muy cerca del Panteón de los Héroes, como si Juana quisiera continuar cuidando a los bravos soldados que en Arruit sucumbieron y descansan en tan señalado lugar de honor. De hecho, la Comandancia General de Melilla, contínua recordando en la actualidad a Juana en sus actos celebrados con motivo del día de Todos los Santos (21).

Fuentes
1). “A José Luís Blasco y sus datos inéditos”, de Juan J. Aranda, en “Rincón de Aranda” en Internet.
2). “Donde sea lejos”, de Jaime Alejandre, editorial “Huerga Fierro editores”
3). “La Vanguardia”, pág. 13, Barcelona, viernes 30 de diciembre de 1921.
4). “ABC”, pág. 13, Madrid, 10 de noviembre de 1921.
5). “ABC”, pág. 7, Madrid, 30 de diciembre de 1921.
6). “Cartas desde la Purísima nº 50”, “El Rincón de Aranda”, de Juan J. Aranda en “Melilla Hoy”, en Internet.
7). “Expediente Picasso”, Folio nº 455, declaración de Juana Martínez López, cantinera de Batel.
8). “La Correspondencia de España” nº 23.172, pág. 22, Madrid, sábado 31 de diciembre de 1921.
9). “El Globo, diario de Madrid”, nº 15.722, pág. 2, Madrid, miércoles 14 de diciembre de 1921.
10). “La Correspondencia Militar” cinco ediciones diarias,nº 13.435 pág. 1, Madrid, jueves 27 de octubre de 1921.
11). “La Voz, diario independiente de la noche, noticias de todas partes”, nº 410, pág.1, Madrid, 1 de noviembre de 1921.
12). “La Correspondencia de España” nº 23.125, pág. 1, Madrid, lunes 5 de septiembre de 1921.
13). “La Voz, diario independiente de la noche, noticias de todas partes”, nº 417, pág. 4, Madrid, 9 de noviembre de 1921.
14). “La Voz, diario independiente de la noche, noticias de todas partes, nº 440, pág. 4, Madrid, 24 de noviembre de 1921.
15). “El Sol, diario independiente” nº 1.371, pág.1, Madrid, viernes 30 de diciembre de 1921.
16). “ABC”, edición de la mañana, pág. 30, Madrid, miércoles 16 de octubre de 1929.
17). “La Libertad” nº 2.988, pág. 4,Madrid, miércoles 16 de octubre de 1929.
18). “El Heraldo de Madrid” Edición de la noche nº 13.639, pág. 11, Madrid, martes 15 de octubre de 1929.
19). “18 Meses de cautiverio, De Annual a Monte Arruit”, de D. Eduardo Pérez Ortiz, Teniente Coronel de Infantería del Regimiento de San Fernando nº 11. Edición de Jesús M. Sánchez, editorial Interfolio.
20). “Cantineras militares, mujeres de armas tomar”, “La guerra de la Independencia en León” de D. Javier Tomé y D. José María Muñiz, publicado en el “Diario de León.es” el 28 de abril de 2008.
Fotografías obtenidas a través del buscador de Imágenezs de Google.
21). Notas proporcionadas por D. Juan Díez Sánchez, de la Asociación de Estudios Melillenses.
22). “El Telegrama del Rif”, Diario ajeno a la política, defensor de los intereses de España en Marruecos. Núm. 8.213, pág. 1, Melilla, sábado, 23 de febrero de 1924
23). “La Correspondencia de España”, núm. 23.365, pág. 2, Madrid, lunes 14 de agosto de 1922.
24). “ABC”, Madrid, 3 de diciembre de 1922, pág. 23.
25). “ABC”, Madrid, a 18 de julio de 1922, pág.11.
26). “ABC”, Madrid, a 20 de enero de 1923, pág. 11.
27). “ABC”, Edición de la mañana, Madrid, martes, 16 de enero de 1923, pág. 16.
28). “ABC”, Edición de la mañana. Madrid, viernes 29 de junio de 1923, pág.18.
29). “ABC”, Madrid, 14 de febrero de 1924, pág, 9.
30). “ABC”, Madrid, 20 de febrero de 1924, pág.7.
31). “ABC”, Edición de la mañana, Madrid, jueves 28 de febrero de 1924, pág.11.
32). “ABC”, Edición de la mañana, Madrid, miércoles 20 de abril de 1927, pág. 20.
33). “ABC”. Edición de la mañana, Madrid, martes 28 de febrero de 1928, pág. 16.

(Hans Nicolás i Hungerbühler, 19 de julio de 2011)

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